Hoy siento una llamada para vestir con autoridad a la integridad. Un valor que combina la integridad y la gentileza como forma de ser, y que conjunta además una conversación profunda acerca ke lo que significa vivir con congruencia, con virtud, con credibilidad, con confianza, con plenitud y a la vez con cariño y en amor profundo.
Parece que hoy hemos perdido el camino al elegir vivir fuera de la integridad. Nos hemos olvidado de ser gentiles los unos con los otros. Hemos privilegiado el dinero, el poder, el beneficio propio, en lugar de valores que han sido tradición en nuestros países latinos: la abundancia, la generosidad, la honradez, la solidaridad, la familia, la creatividad, la conexión espiritual, la alegría de vivir, la paz del hogar cálido, la seguridad de nuestras comunidades, la calidez de una sopita de fideo y la plática de una larga sobremesa.
Hoy prevalece una crisis de confianza en los políticos que quizá se extienda al mundo entero. Observamos que muchos de nuestros representantes faltan a su palabra y deshonran sus acuerdos cotidianamente. Pero no sólo ellos, también nosotros. De algún modo, nos hemos dejado persuadir por las conversaciones que favorecen la riqueza individual sobre el bien común; la dureza por la compasión; la violencia por la paz; el poder y el control sobre la colaboración; la visión de víctima sobre la responsabilidad y la corresponsabilidad; la ambición sobre la generosidad y la insuficiencia sobre la suficiencia.
Como latina y mexicana hoy elijo y me comprometo a iniciar nuevos espacios reflexivos y crear conversaciones que nos conduzcan de nuevo a la congruencia, a nuestra palabra, honrándonos a nosotros mismos y centrándonos de nuevo en lo que significa ser humano, ser gentil, regalando al mundo nuestra latinidad, en toda nuestra belleza, plenitud y poder.
No se trata de establecer posiciones (kticas rígidas, sino de invitar a la reflexión. La integridad debe ser gentil porque se trata de una conquista diaria, de un camino plenamente humano lleno de obstáculos, tropiezos y aprendizajes.
Para mí, la integridad es la dignidad que envuelve a una persona y que, con sus palabras y propósitos, congruencia, valentía, compromiso, se conoce a sí misma y honra con cariño la dignidad de los demás.
La integridad y la gentileza son para mí, además de valores importantes, el resultado de la manera en que permanecemos conectados con nuestro propio centro, con nuestras familias, nuestras comunidades y países.
Por eso hoy te agradezco que leas estas líneas y te invito a formar parte de una conversación comprometida que te provoque a vivir una vida enfocada en crear el presente y el futuro que realmente importa: aquel en el que todos y cada uno de nosotros seamos honrados y protegidos por nuestras familias, comunidades y países; aquel en el que también se honre y nutra a la madre tierra.
Esta es una conversación valiente que, a la vez que nos responsabiliza, nos invita a ser humildes y a corregir nuestro camino, entendiendo que la integridad y la gentileza tienen un propósito: la posibilidad de que por fin vivamos en armonía,
comunión y plenitud en la tierra.
Mi propuesta puede parecer inocente y tal vez simple. Es la que yo vivo todos los días y la que me permite tener un sentido de legado. Mi voz aspira a tener el amor en el centro, integridad en la palabra, gentileza con todos y el perdón sin excepciones como forma de vida.
Este texto proviene del Libro: Integridad. el lenguage de las posibilidades que forma parte del Entrenamiento La Aventura de ser quien eres